Los 5 como caso un mediático


Los cinco patriotas cubanos como caso mediático

Por Julio García Luis

El desarrollo de los acontecimientos en los últimos años nos ha colocado ante una verdadera universidad, en cuanto a las relaciones medios-poder y al sentido real de la libertad de prensa.
Estamos ante la necesidad, mayor que nunca, de investigar, estudiar y profundizar en estos fenómenos, pues múltiples evidencias nos indican que, al parecer, el papel de los grandes medios transnacionales, particularmente norteamericanos, está desbordando en este inicio de siglo todo lo que ya conocíamos de ellos como instrumentos de políticas hegemónicas.
Ya sabíamos que estos medios fijan la agenda noticiosa de sus países y de gran parte del mundo.
Ya sabíamos que ellos, al condicionar el criterio de noticiabilidad mercantilista, sientan las bases para la escandalosa inequidad de los flujos de información a escala del planeta.
Ya sabíamos que la llamada globalización de la comunicación y la cultura es, en realidad, la gran aplanadora que desbroza el terreno para la recolonización neoliberal.
Todo esto y mucho más sabíamos.
No obstante, el episodio de la lucha por salvar a Elián González y rescatarlo de las manos de la mafia de Miami y la extrema derecha yanqui, nos hizo esperar, desde el punto de vista periodístico, que una buena historia, argumentada con inteligencia, con una persistente movilización popular también pensada en términos de imagen y de mensaje, podía llegar a pesar más, en algunos grandes medios, que el automatismo de las reacciones anticubanas, condicionadas por más de 40 años de políticas contrarrevolucionarias. Por primera vez esta expectativa se cumplió, al menos en parte.
Pronto, sin embargo, el caso de los 5 patriotas cubanos
--detenidos en Miami más de un año antes de iniciarse la odisea de Elián--, marcaría diferencias con aquella batalla y nos mostraría, sobre todo después del 11 de septiembre, el giro de los medios norteamericanos hacia posiciones de intensa supeditación al Ejecutivo y al poder militar de la superpotencia, como nunca antes en toda la historia de la etapa postmacarthista, y en la situación paradójica de unos Estados Unidos casi omnipotentes, sin los adversarios nucleares de la Guerra Fría, y cuando nada aparentemente podía desafiar su poder.
Peter Arnett, el laureado corresponsal de la Guerra del Golfo, abominó la conducta de la prensa norteamericana después del 11 de septiembre y durante la guerra contra Afganistán, y dijo simplemente que "en mi época no habríamos permitido esto".
Apunto, pues, la idea, pendiente de una mayor comprobación, de que la conducta de los medios de Estados Unidos en el caso de los 5 de Miami no hay que verla solo como expresión de la revancha de la mafia de Miami ni de las políticas inveteradamente anticubanas de la extrema derecha y la Administración, sino también como episodio de un fenómeno más amplio que es el empleo directo de los medios en función de objetivos políticos y militares, de corte, digamos, hegemonistas.
Si no, ¿por qué la clase política norteamericana no ha cesado un instante de inventarse enemigos, reales o imaginarios, ni ha desacelerado la carrera armamentista después de la caída del Muro de Berlín?
Claro está que resulta bastante evidente la confabulación de determinados medios del sur de La Florida como el Nuevo Herald y las emisoras mafiosas, el FBI, la Fundación y los tribunales, en el momento en que son detenidos los 5 cubanos y otros implicados, y luego, a lo largo del proceso judicial que se les siguió.
Recuérdese que los días 12 y 13 de julio de 1998, el The New York Times publicó los documentados reportajes que mostraban a Luis Posada Carriles como terrorista confeso y como agente financiado en sus operaciones por la Fundación Nacional Cubano-Americana y, personalmente, por su jefe máximo, Jorge Mas Canosa. El Nuevo Herald, recordemos también, salió de inmediato, en medio de la conmoción de la mafia, a tratar de tirar una cortina de humo con el cuento de una supuesta enfermedad de Fidel. Pero lo realmente sintomático es que la detención de los cubanos por el FBI tuviera lugar casi a renglón seguido, el 12 de septiembre, dando material para alimentar una campaña de prensa intensa y continuada, en base a la supuesta invasión de La Florida por espías cubanos, con la consiguiente agitación del temor y el chantaje por parte de la industria anticastrista.
La prensa de Miami, hasta donde conocemos, dictó la agenda y el enfoque básico de las coberturas que realizó la prensa nacional a este tema.
La prensa de Miami se anticipó y predeterminó, puede decirse, el propio proceso de decisiones de carácter judicial que se adoptaron: a) la negativa a realizar el juicio fuera de Miami b) la selección del jurado c) la incorporación a la causa, 8 meses después de presentados los cargos, de la nueva acusación de conspiración para asesinar, es decir, asesinato agravado, vinculada al derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate d) el propio proceso de las vistas ante el tribunal, no obstante lo cual hubo momentos en que el juicio pareció perdido para la mafia y la fiscalía.
Pero toda la lógica, a partir de la experiencia de Elián, de que una historia contundente y evidente podía hacer que la llamada gran prensa norteamericana se colocara en posiciones más equilibradas y objetivas, esta vez no se confirmó.
No se podía haber pensado en una historia más impactante para la prensa --en un país que vivió meses pegado al televisor para ver el proceso al exfutbolista Simpson-- que las de estos 5 jóvenes, las incidencias de las 103 sesiones del juicio, la decisión expeditiva y con horario fijo del jurado, las condenas por asesinato sin que mediara evidencia concreta alguna, la desestimación de las declaraciones de importantes autoridades militares norteamericanas, el pronunciamiento maximalista de la jueza Lenard.
Pero si cuando Elián la Administración chocó, circunstancialmente, por razones legales inocultables, con las maniobras de la mafia y la extrema derecha, esta vez, con otra Administración en la Casa Blanca, el caso de los 5 patriotas cubanos ha servido por el contrario para estrechar el maridaje de Bush con la mafia y la extrema derecha.
La prensa norteamericana del sistema no es hoy independiente ni libre para pasar por encima de esa circunstancia. No lo será, al menos, si la movilización de la opinión pública interna e internacional no alcanza el punto en que su propia posición quede en entredicho o desguarnecida. Ese es el punto en que hoy nos encontramos y ese es el sentido más profundo de lo que hacemos.
UNA EXPLORACION EN INTERNET
Un sondeo en INTERNET arroja algunos indicios reveladores. Partimos de las palabras clave: "cinco espías cubanos", acuñada por los enemigos de la Revolución, "cinco patriotas cubanos", utilizada por nosotros y por una buena parte del movimiento de solidaridad, y "cinco prisioneros cubanos", que puede ser un tratamiento más equidistante y objetivo, al menos en un número de casos.

                                      ESPIAS  PATR.  PRISION.

GOOGLE (español)            1170     2110      2690
GOOGLE (inglés)               5090     3800    16000
Yahoo (España)                       5          7         15
Yahoo (México)                  1110     2030     2580
Altavista (español)                189       495       581
Altavista (inglés)                 1449       906     4729
The New York Times           2700     1920     7410
Washington Post                2230      1720     5950
USA Today                         1370      1140     3540
Nuevo Herald                        353       128       212
The New Herald                    574       250     1490


Lecturas preliminares:
  1. El Nuevo Herald es el medio que da un tratamiento menos profesional al tema.
  2. Los medios nacionales (New York Times, Washington Post y USA Today) pueden estar reproduciendo el mismo patrón informativo del Herald en inglés.
  3. En los principales sitios en español, la visión de los 5 como "patriotas" puede estar reflejando una creciente actividad de la prensa digital cubana y del movimiento de solidaridad.
  4. Los sitios en inglés, sin embargo, reproducen el patrón de la prensa norteamericana de La Florida y nacional.